La primera vez que visité Sotogrande fue hace cuarenta años, el próximo mes de marzo, apenas unos días después de llegar a trabajar a España donde me encontraba en una maravillosa finca de caza y bosque de alcornoques de propiedad privada llamada Monte del Duque, que es el orgullo del municipio de Casares y donde me habían contratado para trabajar. Fue a principios de la década de 1980, cuando Sotogrande estaba realmente desierta en los últimos meses de invierno. Por supuesto, el puerto y la marina no existían y dentro de Sotogrande tampoco se había construido Paniagua, así que no había restaurantes a las puertas de Sotogrande. También era muy pronto para Pueblo Nuevo de Guadiaro, pero junto a él, en la carretera principal de la costa, estrecha y sin mucho tráfico en aquellos días, encontramos el Hostal Bernardo, que servía muy buena comida en una época en la que platos como los huevos a la flamenca eran los favoritos y la sofisticación aún no había aparecido en la cocina andaluza. Hago esta puntualización porque incluso de vez en cuando se oyen detractores que nunca han estado en Sotogrande, pero creen que lo saben todo, diciendo que no hay suficientes restaurantes en Sotogrande y ¡yo recuerdo cuando sólo había uno!
10/01/2022
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